En 2013 la familia Llinares decide desplazarse a la localidad de Paiporta. Allí establecen un nuevo obrador en unas instalaciones punteras, diseñadas especialmente para garantizar todas las exigencias en materia sanitaria que la Ley exige, pero sin perder un ápice de la esencia artesana y tradicional del helado que caracteriza a Llinares.